Carlos Saura. España años 50

PhotoEspaña 2016

Segovia, 7 de junio al 31 de julio de 2016

 

Ver también: http://cinepastor.es/Saura.htm

 

En la antigua cárcel de Segovia (un espacio muy singular) expone Saura un conjunto de fotografías en blanco y negro tomadas en los años 40 y 50 por diversas localizaciones de España (Cuenca, Andalucía, Madrid, Sanabria,…)

 

No estaba permitido tomar fotografías en detalle de las obras expuestas, sí permitiéndose diferentes planos generales del lugar o de las estancias (celdas). El espacio, evidentemente, está en parte reformado, pero al entrar en aquellas celdas no puede uno dejar de pensar en las personas que por allí pasaron. Supongo que alguna de ellas aún vivirán y les resultará sorprendente (y gratificante) comprobar como aquellos espacios de dolor, de soledad, han sido transformados en espacios de cultura.

 

 

(A la izquierda antigua puerta de celda, obsérvese la pequeñísima mirilla y

a la derecha galería de la cárcel no restaurada)

 

Saura pretendía en aquellos años 50 hacer un libro de una España a la que consideraba con “reminiscencias medievales, hambruna y oscuridades”. Era el testimonio de un joven nacido en Huesca en  1932 y que por lo tanto había vivido la guerra civil como un niño y la posguerra como un adolescente. Todas en blanco y negro, todas con un halo de tristeza, de sufrimiento, de miseria… incluso en los grandes ojos de una niña que en un primer plano nos mira se expone la realidad de unos años de mucho dolor, no hay ni el más leve resquicio a una sonrisa, o en esos niños que nos piden limosna y que parecen imágenes sacadas hoy mismo de muchos lugares del mundo.

 

 

De sus fotografías de Cuenca cuenta Saura que en los años 40, su hermano Antonio (el futuro y también célebre pintor Antonio Saura) enfermó de tuberculosis y los médicos aconsejaron a su padre que pasara los veranos en un lugar “más alto que Madrid y que tuviera el aire más limpio”. Compró una casa y allí, en ese “pueblo grande” pasaban los veranos. Inicia aquí una etapa de fotógrafo muy preocupado por la estética y la composición, utilizando fuertes contraluces. Una etapa de aprendizaje donde se observa ya claramente cómo el fondo humano, las vestimentas, los rostros, los ojos… prevalecen sobre la forma. Saura demuestra, a pesar de su juventud, un sentimiento, un alma, una mirada hacia el ser humano más necesitado. En definitiva la sensibilidad que mostrará innumerables veces en su faceta posterior de director.

Ya en 1951 (con 19 años) tuvo Saura su primera exposición en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, ingresando un año después en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC). Inicialmente era el documental lo que más le atraía, una derivación consecuente con su pasión por la fotografía. En 1956, mientras estudiaba en el IIEC, fue ayudante de Eduardo Ducay en el rodaje en Zamora del documental “Carta de Sanabria”. Saura aceptó para conocer una parte de España que desconocía, una zona a la que acababa de llegar la luz eléctrica y donde la miseria le recordaba el trabajo que su admirado Buñuel había rodado sobre las Hurdes en 1932. Entre estas fotografías (algunas tomadas en diciembre de 1954) se encuentran imágenes de los habitantes de la localidad de Ribadelago que perecieron el 9 de enero de 1959 al romperse la presa de Vega de Tera.

Entre las fotografías expuestas puede verse también el trabajo de documentación que Saura preparó antes del rodaje de su práctica de fin de curso en el IIEC, “La tarde del domingo” (1957) que como él mismo indica marcó “un cambio sustancial en mis fotografías”.