BREVE ENCUENTRO

    Por segundo año consecutivo, la Seminci de Valladolid celebró durante el pasado Festival La noche del corto español una loable experiencia que viene a complementar los Encuentros con Nuevos Autores, en una muestra de decidido apoyo a las nuevas generaciones de cineastas. En la citada Noche se presentaron cinco trabajos de cinco jóvenes realizadores, cinco piezas breves que han constituido un gozoso encuentro. Ahora que tanto se habla de crisis cinematográficas no debemos olvidar que éstas son nuestras semillas de futuro y a tenor de lo visto no es mala simiente. Pocos son los directores que no han pasado por la escuela del corto antes de abordar la realización del ansiado largometraje, hasta el gran Orson Welles rodó, siete años antes de su aclamada Ciudadano Kane, un cortometraje titulado Hearts of age, claro que éste no pasaba del simple divertimento entre amiguetes. Javier Balaguer, el director de Sólo mía, es un caso atípico que sin haber rodado un solo corto pasó directamente a debutar en el largo, algo que inicialmente y con el guión en la mano, le supuso el rechazo de varios productores que le venían a decir que la esencia de un director se mide por los metros rodados, dándole a entender la necesidad previa de rodar cortos, aunque fuera entre amiguetes. Afortunadamente, en los últimos años se viene observándose una cierta tendencia del corto español parafraseando aquél famoso artículo de Truffaut de 1954: impecable factura técnica, guiones trabajados, buenas interpretaciones..., en definitiva productos muy dignos que deberían contar con buenas salidas comerciales. Véamos brevemente estas simientes:

Líneas de fuego, segundo cortometraje de Jorge C. Dorado (Madrid, 1976) producido por él mismo y Nicolás Tapia a través de su empresa El Sueño P.C. constituida en el 2001. Una historia de amor no correspondido ambientada en 1937, en plena guerra civil y en donde la mentira y la esperanza van de la mano. Protagonizada por Luis Callejo, Marta Belaustegui y Juli Mira que componen un grupo de milicianos ocultos en un hospital psiquiátrico, en plena zona nacional. El proyecto nació durante el rodaje de El espinazo del diablo de Guillermo del Toro, donde Jorge C. Dorado trabajaba como auxiliar de dirección. Se rodó durante cinco días en Madrid y Cuenca, con un coste de 33.000 euros, una ínfima cantidad que incentivó la imaginación hasta el punto de utilizar plásticos blancos como fondo de nieve.

Revolución, primer cortometraje en 35 mm. de Martín Rosete (Madrid, 1980) que se alzó con el Premio al Mejor Cortometraje en la pasada Seminci dentro de la Sección Punto de Encuentro. Basado en un estupendo relato del escritor polaco Slawomir Mrozek que cedió los derechos de adaptación de forma gratuita. Una crítica sutil a la sociedad capitalista burguesa que, en línea con el teatro del absurdo que profesa el autor, reduce la revolución a algo tan pueril como cambiar los muebles de sitio y todo esto contado en 7 minutos. Protagonizada por Miguel Rellán como único actor, tanto le gustó esta historia que, en consonacia con Mrozek, trabajó gratis, consiguiendo, también de forma altruista, la cesión de los platós de GLOBO MEDIA, material para decorados, grúas,... aún así el coste final ascendió a 24.000 euros con dos día y medio de rodaje.

Túnel número 20 de Ramón de Fontecha, un meritorio documental de 13 minutos que mezcla imágenes de ficción, recuperando, o más bien, dando a conocer un trágico accidente ferroviario ocurrido en enero de 1943, en plena posguerra y que las autoridades franquistas censuraron totalmente, condenando a sus víctimas a la muerte más atroz que pueda imaginarse: el olvido.

Sinfonía desconcertante, tercer cortometraje de Belén Santos (Madrid, 1969), producido por ella misma y rodado en cinco días con un coste final de 42.000 euros. Protagonizado por Lola Herrera, Carme Elias y María Isasi, un consistente trío actoral que trabajaron por amor al arte y nunca mejor escrito. Una repetitiva estructura narrativa que mezcla la falsedad de Familia de Fernando León de Aranoa con la incertidumbre respecto a la realidad de Rashomon de Akira Kurosawa y todo ello enmarcado en una estructura musical diferente para cada historia.

Déjàvu de Jesús García (Benavente, 1978) su cuarto cortometraje y el de mayor coste de producción, en torno a 96.000 euros. Una historia de intriga ambientada en una vieja mansión y en donde el tiempo viene a confirmar aquella afirmación de Herman Hesse en El caminante: los mismos lugares pero con distintos pensamientos. Ya en 1995 y 1997 había dirigido dos largometrajes Alianza 31 y Tierra media rodados en vídeo y que no tuvieron distribución comercial.