El forzado silencio: Llanto por Federico García Lorca

 

“En donde te quedaste ha florecido

el árbol de tu fama, de tu gloria,

en una incalculable primavera”

(“Elegía a nuestro poeta”.

Manuel Altolaguirre. 1937)

 

“Hubo en España una guerra, que como todas las guerras, la ganara quién ganase, la perdieron los poetas”. Así decía la letra de la canción que daba inicio, allá por 1978, a La España de los Botejara, un reportaje-documento de TVE que se enmarcaba en aquellos difíciles años de la transición ([1]). Antonio Machado, Miguel Hernández, Federico García Lorca,... formaron parte de aquella inmensa “selva de muertos”, que fue nuestra guerra civil del siglo XX.

El torno a Lorca y a su asesinato, se erigió una mitificación que hizo de él un símbolo de la lucha contra el fascismo. Su gran éxito internacional (en parte deudor de su muerte) contrastaba con el férreo silencio al que era sometido en nuestro país. Un silencio que, poco a poco, se fue rompiendo en pequeños murmullos, algo que como veremos, interesaba, no sin temor, a las autoridades franquistas, que veían en la ruptura de ese silencio el cauce para su desmitificación y desactivación de cualquier componenda política.

El grado de tolerancia política era, en “consigna” no escrita, inversamente proporcional al grado de difusión pública que tuvieran las obras en cuestión. En el extremo más permisible la poesía, en el extremo más vigilado la prensa. En medio, el cine, el teatro o la literatura en general. A grosso modo y con contadas excepciones, podemos diferenciar respecto a Lorca cuatro etapas que mantienen cierto paralelismo con cada una de las décadas analizadas:

.- En los años cuarenta se publicaron algunas de sus obras, especialmente de poesía.

.- En los años cincuenta se editaron estudios sobre su obra y su persona, evitando menciones explícitas a su asesinato.

.- En los años sesenta se representó su teatro, con escuetas referencias cinematográficas y televisivas.

.- Y en los años setenta, a la muerte de Franco, se sucederán las realizaciones cinematográficas españolas.

En el texto siguiente se tratará de analizar de qué manera la obra y la persona de Lorca se fueron transmitiendo en nuestro país (con alguna breve referencia al exterior) desde el momento de su muerte y hasta el inicio de la transición. Se expondrán sólo aquellos primeros intentos, logrados o no, que fueron abriendo brecha en las distintas vertientes culturales, bien sea en literatura, en teatro, en música, en televisión o en cine.

 

1936-1939 (De la muerte oscura)

 

La guerra y la muerte de Lorca (a la que tanto citaba, temía e imitaba) supusieron un golpe durísimo para la cultura española. El fascismo supo, simbólicamente, asesinar la inteligencia (¡Muera la inteligencia! Había gritado Millán Astray) y como escribió Arturo Serrano Plaja: “Y lo que es aún peor, al corazón de España, al pueblo español, que vivía y latía en Federico García Lorca” ([2]). En el Madrid asediado y bombardeado de 1937 podíamos encontrarnos con un Teatro Lorca y con un cine Durruti, y con el estreno, por irónico que pueda parecer, de La vida futura de William Cameron Menzies. Durante el transcurso de la contienda, la edición de la obra de Lorca cumplió con una doble finalidad: un sincero reconocimiento a su obra y a su persona, y un carácter claramente propagandístico. José Bergamín escribió: “El pueblo español tiene hoy en tu nombre, en tu sangre, su bandera”.

Barcelona, Valencia y Madrid eran, dado el desarrollo territorial de la contienda, las únicas regiones donde podía publicarse. En Valencia, en 1937, la Editorial Mar editaba Yerma y Mariana Pineda en “Edición de Homenaje en el primer aniversario de la muerte del poeta”. También en 1937, el 3 de julio, se celebró en Valencia, el “II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura” que dio origen a la publicación de Ediciones Españolas Homenaje al poeta García Lorca contra su muerte. Un emocionado libro, con textos de Alberti, Juan Ramón Jiménez, Dámaso Alonso, Bergamín, Aleixandre, Neruda, Miguel Hernández, Machado y que se abría con el sencillo pero elocuente dibujo de Ramón Gaya que encabeza este texto.

La cinematografía rinde también su primer homenaje. En 1937 Justo Labal rodó para Ediciones Abadal ([3]) el cortometraje A García Lorca, una interpretación visual sobre el recitado, por parte de Manuel Gómez, de dos poemas: La casada infiel y Prendimiento de Antoñito el Camborio que se anunciaba así: “con los romances más populares del llorado poeta” y que Carlos Fernández Cuenca consideraba como “...atinada fusión de la voz y las imágenes, de lirismo y realismo” ([4]). Se estrenó como complemento el lunes 30 de agosto de 1937 en el Cine Capitol de Madrid, junto a ¡Así venceremos!  (Fernando Roldán, 1937) anunciado éste como “un film español antifascista de actualidad” y El vidente (Maurice Elvey, GB, 1934) ([5]). En aquellos días de septiembre Manuel Gómez interpretaba en el Teatro Español un recital con poemas de Lorca y Alberti. También a finales de 1937 se estrenaba en el Teatro de la Zarzuela de Madrid Los títeres de Cachiporra con dirección de María Teresa de León ([6]), mientras que en el Español se representaba Mariana Pineda acompañada de un Responso a García Lorca. Como vemos, las referencias al poeta asesinado eran tan obsesivas que casi rayaban la necrofilia.

En octubre de 1938 el noticiario cinematográfico republicano España al día editaba un breve número, de poco más de un minuto, a su recuerdo: Homenaje a Federico García Lorca, donde Rafael Alberti aparecía recitando unos poemas, se representaban unos bailes regionales y María Teresa León interpretaba “una comedia de tipo clásico francés” ([7]). En el Romancero gitano publicado este año en Barcelona en “Edición de Homenaje Popular de la Editorial Nuestro Pueblo” encontramos, en un heroico prólogo, las primeras palabras que escribió Rafael Alberti, en mayo de 1937, a su amigo tras su muerte:  “Tu voz, velada, a través de otras voces, se escucha en nuestra guerra. Pero lo que más resuena es tu sangre. Ella es la que nos grita con todos sus pulmones, la que se levanta continuamente como un inmenso puño de acusación y de protesta”. La Editorial Signo de Madrid publicaba Elegía a la muerte de Federico García Lorca de Antonio Aparicio, ilustrada con dos dibujos de Santiago Ontañón y la Oxford University Press de Nueva York, editaba la Elegía en la muerte de Federico García Lorca de Salvador de Madariaga. Margarita Xirgu, que había sido la primera actriz en estrenar una obra teatral de Lorca en España, fue también la primera en protagonizar, en su exilio de Argentina, la primera adaptación cinematográfica de una de sus obras: Bodas de sangre, ópera prima del crítico Edmundo Guibourg, una espantosa versión que adolecía de una excesiva teatralidad y que se estrenó el 16 de noviembre de 1938 en el Teatro Monumental de Buenos Aires ([8]).

 

1939-1959 (El forzado silencio)

 

El 1 de abril de 1939 la atrocidad de la guerra terminaba oficialmente, “aquí yace media España; murió de la otra media” ([9]). Para unos, la fuerza se había impuesto a la razón, los vencedores se convertían en jueces y verdugos, y algunos conventos se transformaban en cárceles; la “depuración”, el exilio, los campos de concentración, el paredón, las guerrillas,... sería su destino. Para otros, se había derrotado en la “Gran Cruzada” a los “siete enemigos de España: liberalismo, democracia, judaísmo, masonería, marxismo, capitalismo y separatismo...”([10]), se había vencido a los “sin Dios” y extirpado la “cangrena del comunismo internacional”. Con anterioridad a la finalización de la guerra, las autoridades franquistas ya dictaban leyes para regular el Estado. En abril de 1938 entraba en vigor la Ley de Prensa que estaría vigente hasta 1966. Las nuevas autoridades, en virtud de una “acción vigilante del Estado para la educación moral y política de los españoles” solicitarán a los editores una relación de existencias y la presentación de unos catálogos.

En trágica lógica, las primera ediciones de la obra de Lorca en este periodo se realizarían fuera de España.  La Editorial Losada de Buenos Aires inicia en 1938 y hasta 1945, la edición de sus obras completas, ocho finos “tomitos” (la expresión es de Miguel García-Posada) prologados por Guillermo de Torre. En 1940, la Editorial Séneca de México publica Poeta en Nueva York, con cuatro dibujos de Lorca, poema de Machado y el prólogo de Bergamín, La muerte vencida. Este mismo año se publica en Nueva York The Poet in New York and other poems, con traducción de Rolfe Humphries, donde también se incluye el prólogo citado de Bergamín.

Pronto se inician los intentos, infructuosos inicialmente, de seguir representando en España el teatro de Lorca. El 11 de septiembre de 1943 Tomás Borrás Bermejo solicitaba en nombre del Teatro Lara y en base a la Orden del 15 de julio de 1939 autorización para representar La casa de Bernarda Alba, última obra de Lorca y por ende muy próxima a su muerte. El 25 de noviembre se prohibía “por motivos de orden ético” ([11]). Unos días antes, el 16 de octubre, solicitaba la autorización para Doña Rosita la soltera con fecha de estreno prevista para el 19 de noviembre de 1943. Como en el caso anterior no sería autorizada ([12]).

El 25 de marzo de 1944 se suprimió la censura de las obras de literatura anteriores a 1800 y las musicales con letra de antes de 1900, “...la censura perdonaba a Cervantes, pero seguía escrutando todavía a Pérez Galdós” ([13]). Es la editorial Alhambra de Madrid quién, en 1944, acoge en nuestro país, por vez primera desde que finalizó la guerra, la publicación de la obra de Lorca en un volumen de título Poesías de Federico García Lorca  prologadas por Luciano de Taxonera. En este prólogo no se cita el asesinato de Lorca, ni siquiera se dice que murió, deshaciéndose en elogios: “sobresalientes cualidades, puesto destacado en nuestras letras, espíritu tan saturado de literatura...”. En su portada cuatro grandes navajas, abiertas, apuntando hacia una guitarra sin cuerdas y en el fondo un telón de teatro levantado.

En 1945, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas publicaba, como suplemento primero de Cuadernos de literatura contemporánea, una selección de Poeta en Nueva York. La nota preliminar estaba escrita, a finales de 1944, por Joaquín de Entrambasaguas. En este prólogo se atacaba duramente a Bergamín a propósito de la publicación antes aludida de Poeta en Nueva York, acusándole de “egoísmo ridículo y de estar dedicado a bajos manejos políticos, que no interesan más que al resentimiento de su autor ([14]).

El 8 de marzo de 1945 Margarita Xirgu protagoniza el estreno mundial en el teatro Avenida de Buenos Aires de La casa de Bernarda Alba. En esta década de los años cuarenta, el T.E.U. (Teatro Español Universitario), con Jesús Fernández Santos, Florentino Trapero y Alfonso Sastre trataron de representar esta obra en nuestro país, pero la intervención de la censura “deshizo el proyecto y el grupo hubo de desaparecer” ([15]). En 1947, Luis Buñuel aceptó la oferta de Denise Tual para realizar en París la versión cinematográfica de esta obra, que según declaraba Buñuel en sus memorias no le gustaba ([16]); otra oferta mayor por sus derechos dio al traste con esta posibilidad ([17]).

También en 1945, en abril, se editaba el primer número de la publicación mensual barcelonesa Leonardo. Revista de las ideas y las formas bajo dirección de Tristán La Rosa donde aparecían poesías del exiliado Juan Ramón Jiménez y un fragmento del acto 2º, considerado inédito, de La casa de Bernarda Alba de Lorca. En el Nº 5 de julio del mismo año, encontramos “tres poesías inéditas en España” de Poeta en Nueva York: Navidad en el Hudson, Nocturno del hueco y Paisaje con dos tumbas y un perro asirio.

En diciembre de 1946, nos encontramos con una sorprendente “reposición”, la de Bodas de sangre en una única sesión celebrada en Barcelona en el Teatro Estudio, dirigida por Juan Germán Schröder y patrocinada por José María López Llauder. Fue interpretada por Graciela Crespo (la madre), José Sospedra y Josefina Casanova. Una de las críticas firmada por José María Junyent afirmaba: “El teatro de García Lorca (al igual que el de Alejandro Casona, Rafael Alberti, Rivas Cerif ([18]) y algún otro) encarnó en otro tiempo determinadas tendencias ideológicas y fue bandera en cuyos pliegues –de un tricolor subido- cobijó sus sectarismos una porción considerable de público. Tuvo por tanto, su época. Aquella época de triste e imborrable recuerdo; de sangre, fango y lágrimas; de crímenes y blasfemias”; y como botón de muestra de su ideología terminaba su crítica recordando a la “...tendenciosa Nuestra Natacha de Casona que hizo más daño que cien discursos de Azaña o de Largo Caballero” ([19]).

En esta segunda mitad de la década de los cuarenta podemos encontrar varias publicaciones sobre Lorca y su obra, lo que nos permite asegurar que el “forzado silencio” iba, muy lentamente, desapareciendo. El famoso Romancero gitano se publicaba en Santander en octubre de 1948, siendo ésta la primera vez (después de 1939) que se editaba esta obra en nuestro país. Una edición muy discreta, de tapas blancas, posiblemente “pirata”, sin mención alguna a la Editorial y en donde no se incluye ningún prólogo, epílogo o similares.

El 20 de septiembre de 1948 la compañía Carmen Muñoz Gar, en instancia presentada por D. Eduardo Muñoz, obtenía autorización para representar Bodas de sangre. En el expediente del censor Gumersindo Montes Agudo puede leerse: “Creemos que ya es hora de que el teatro de Lorca, de proyección universal, sea autorizado en España” ([20]). El 5 de Diciembre de este año, en el ABC, José María Pemán publicaba un artículo a toda página titulado: “GARCÍA LORCA” donde afirmaba: “Creo que no va a ser para nadie una novedad el decir que -¡todavía!- la muerte de Federico García Lorca, el gran poeta granadino, es uno de los cargos que más vulgarmente se utilizan contra España en toda la América de habla española... la muerte del poeta fue un episodio vil y desgraciado, totalmente ajeno a toda responsabilidad e iniciativa oficial... los gobernantes tienen que lidiar todavía con los poetas muertos” y terminaba su comentario: “Paz al poeta: al poeta grande y desgraciado que está más allá de la utilización política de su muerte vil...”.

La revista Ínsula publica en su Nº 40 del 15 de abril de 1949 un comentario de J. L. Cano a propósito del libro de Guillermo Díaz Plaja editado en 1948 en Buenos Aires Federico García Lorca.  En este artículo alude a “las ediciones piratas” que se hacen en España. En el Nº 45 del 15 de septiembre de 1949 encontramos también un extenso artículo de Andrés Soria: El gitanismo de Federico García Lorca , ilustrado por un dibujo inédito de Gregorio Prieto.

La Editorial de Afrodisio Aguado de Madrid comienza en 1950 una colección, La Cariátide, con el libro de Gregorio Prieto: Dibujos de García Lorca, donde reúne 41 dibujos del poeta. En su prólogo nos dice: “si la poesía era su compañera oficial, inseparable y fiel... la pintura era su secreta amante”. También este año se publica García Lorca, estudio sobre su teatro de Roberto G. Sánchez (Ediciones Jura, Madrid). Hasta este momento, los estudios en nuestro país, sobre el teatro de Lorca eran inexistentes, tan solo un breve ensayo, escrito por Juan Guerrero Zamora en 1948 titulado El Teatro de García Lorca (Ediciones Raíz, Madrid).

En 1952, Ángel del Río publicaba Vida y obras de Federico García Lorca ([21]), un trabajo escrito en 1939 y que apareció en 1941 en el número extraordinario que la “Revista de Estudios Hispánicos de Nueva York” dedicó a Lorca.

En el Nº 4 de la Revista Internacional del cine de septiembre de 1952 encontramos un artículo de Joaquín de Entrambasaguas, a propósito de la filmoliteratura que él impartía como profesor en el I.I.E.C., donde afirmaba que Poeta en Nueva York de García Lorca sería fácilmente trasladable a secuencias cinematográficas ([22]).

El 20 de mayo de 1953 el Director General de Cinematografía y Teatro Joaquín Argamasilla  remitía una carta al gobernador de Valencia para comunicarle que la Agrupación de Teatro de Cámara de Valencia “El Paraíso” había solicitado permiso para representar La casa de Bernarda Alba. En la carta se indicaba que se iba a realizar en sesión única para un público restringido y estaba dispuesto a “tolerar la puesta en escena... en consideración tanto a los valores literarios y dramáticos que en la misma se encierran, como a las circunstancias políticas de signo negativo... que concurren alrededor de su autor, al que se ha llegado a considerar como un mártir víctima de nuestra guerra de Liberación. En líneas generales, entiendo que cualquier actitud encaminada a desvirtuar tan errónea como falsa apreciación política, incluso internacional, debe considerarse positiva y por ello me inclino a la adopción de un fallo favorable...”. En la respuesta del Gobernador Sr. Diego Salas Pombo del 26 de mayo se dice: “comparto por completo sus puntos de vista en cuanto al efecto contraproducente que en muchas ocasiones tiene las limitaciones o prohibiciones para demostraciones estrictamente artísticas”, aunque alude a ciertos problemas administrativos de la Compañía que no había presentado su inscripción en el Registro de Asociaciones. Se autorizó el 3 de junio de 1953 para su representación en el Teatro Serrano de Valencia ([23]). De igual forma se actuó cuando el Delegado Provincial de Información y Turismo de Valladolid solicitaba el 23 de noviembre de 1953 autorización para que el T.E.U. de esa ciudad, representase Doña Rosita la soltera. En la respuesta de la Dirección General de Cinematografía se le indicaba que “...no tiene inconveniente alguno... siempre que dicha representación tenga carácter de función única y encajada en las directrices propias de los Teatros de Ensayo y Cámara. No obstante y habida cuenta de las circunstancias políticas que concurren alrededor del referido autor..” supeditaba la autorización a la del Gobernador Civil de la provincia ([24]).

En 1954 la Editorial Aguilar de Madrid publicaba, en un solo tomo de 1.653 páginas, las obras completas de Lorca, ampliando con nuevos textos, la ya mencionada de la Editorial Losada de Buenos Aires. La edición corrió a cargo de Arturo del Hoyo, con prólogo de Jorge Guillén y epílogo de Vicente Aleixandre. Ninguno mencionaba las circunstancias de su muerte, Guillén hablaba de “la tarde inmensa” y Aleixandre de “la hora muda”.

En 1957 se publica En España con Federico García Lorca (páginas de un diario íntimo. 1928-1936) del chileno Carlos Morla Lynch. Terminaba el prefacio con este párrafo: “Su existencia fue la de un astro, y su fin... magníficamente triste. Pero si también se apagan los soles, las luminarias que destellaron siguen iluminando el espacio y no mueren”. En este prefacio el autor muestra especial preocupación por las interpretaciones y dobles lecturas que alguien pudiera buscar y alude a que confía en “un público sincero, de espíritu edificante y exento de prevenciones”.

En el mundo del cine empezamos a encontrar pequeñas “sutilezas”, que a remolque de la literatura o el teatro, tratan de romper con el tabú lorquiano. Al principio son simples guiños, como cuando en 1957 Juan Antonio Bardem en La venganza utiliza, de forma muy breve y sin mención en los títulos de crédito, la canción que popularizara Lorca de Los cuatro muleros. Un año después, es en la coproducción con México, Échame la culpa (Fernando Cortés, 1958) donde encontramos una versión ranchera de este tema, aunque en esta ocasión sí se hacía constar en los títulos iniciales la autoría de Lorca.

En 1958 hubo un intento del productor francés M. Thuillier de llevar al cine La casa de Bernarda Alba dirigida por Roger Leenhardt. Luciano G. Egido escribía en Cinema Universitario ([25]) el artículo García Lorca al cine donde relataba las dificultades de este proyecto. Los interiores se iban a rodar en Francia (un 90% de su metraje) y los escasos exteriores en España. Curiosamente Egido nos dice: “Hasta ahora ninguna de las versiones hechas para el cine de obras de García Lorca han dado buen resultado” (sic).

 

1960- 1967 (¿Estrenando libertades?)

 

Los cambios sociales empujaban con fuerza. El exilio y la oposición interior aunaban fuerzas para reclamar el fin de la dictadura. La presión de los movimientos obreros y estudiantiles era cada vez mayor. Las divisiones en el seno de la Iglesia provocaban un distanciamiento con el Estado. Al borde de la bancarrota, el Régimen puso en marcha los Planes de Desarrollo que lograrían, gracias a factores externos e internos, una profunda transformación del tejido productivo de nuestra economía y en paralelo, la consolidación de unas clases medias que exigirán mayores libertades. El 12 de julio de 1962, Manuel Fraga, Director del Instituto de Estudios Políticos, tomaba posesión como Ministro de Información y Turismo sustituyendo a Gabriel Arias Salgado, y García Escudero volvía a Cinematografía y Teatro ([26]). Pronto serán evidentes las disputas internas entre los reformistas, encabezados por Fraga y partidarios de “abrir la mano”(se bromeaba maliciosamente con ¿a “destra” o a “siniestra”?) y los inmovilistas guiados por Carrero Blanco y López Rodó. “El toro está en la plaza” solía decirse.

1960 supone la ruptura del silencio sobre el teatro de Lorca. El 22 de marzo de 1960, el T.E.U. de Zaragoza estrenaba en el Teatro Eslava de Madrid La zapatera prodigiosa. El 21 de octubre y en el mismo teatro se “reponía” después de 26 años, Yerma, con dirección de Luis Escobar, y Aurora Bautista y Enrique Diosdado comoYerma y Juan. La censura sólo pidió la supresión de una frase: “A mí no me ha gustado nunca Dios. ¿Cuándo os vais a dar cuenta de que no existe?” y así aparece tachada en la página 21 del guión ([27]). Sin embargo, el 29 de mayo de 1961 no se autorizaba a Luis Escobar la representación de La casa de Bernarda Alba ([28]). El 28 de noviembre y en el Teatro de la Comedia se representaba El Bolulu, ayer y hoy con fragmentos de textos teatrales de Cervantes, Gracián, Unamuno, Valle Inclán, Lorca, Arniches,... En septiembre de 1961, en Barcelona, y dentro del IV Ciclo de Teatro Latino, se representaba, por parte de la compañía italiana “Piccolo teatro de Fonte Maggiore” la obra Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín.. El 24 de junio de 1962, la Compañía uruguaya de Montevideo, representaba en el Teatro Español la obra La zapatera prodigiosa y el 10 de Octubre de 1962 se estrenaba en el Bellas Artes de Madrid Bodas de sangre  con dirección de José Tamayo con Pepita Serrador, Paquita Rico, Rafael Arcos y José Rubio. La obra recibió pésimas críticas salvándose únicamente los decorados de José Caballero ([29]). Lorca se abría camino en un teatro español monopolizado por las obras de Alfonso Paso, que, como ejemplo, y sólo en 1960, tuvo en Madrid ¡diez estrenos!.

Otro guiño cinematográfico en una película llena de guiños. En 1961 Luis María Delgado y Alfredo Alaria codirigen Diferente, que se inicia con una sucesión de planos cortos donde se muestran varios libros que revelan la condición de homosexualidad del protagonista, Oscar Wilde junto a las obras completas de Federico García Lorca. En otra película, también de este año, Ha llegado un ángel de Luis Lucia, aparece una niña que dice que quiere ir a la televisión para recitar eso de “...verde que te quiero verde...” que corresponde al Romance sonámbulo.

En 1962 el cineasta yugoslavo nacionalizado francés Frédéric Rossif  rueda en España algunas imágenes para su documental de montaje Espagne éternelle, título “tapadera” que más tarde sería conocido como Morir en Madrid donde sí hacía mención, en una breve secuencia, a Lorca y a su “condena a muerte, sin juicio”. Se estrenaría en Francia el 17 de abril de 1963, en España hubo que esperar quince años más, hasta el 10 de mayo de 1978, para su exhibición.

El 20 de octubre de 1962, la mítica Revista de Occidente obtenía la autorización para su reaparición (no se publicaba desde julio de 1936) y en abril de 1963 estaba en los quioscos incluyendo, en ese primer número, “como recuerdo obligado y homenaje”, un texto inédito de Lorca “nuestro antiguo colaborador” de la conferencia que pronunció en el Ateneo madrileño en 1932 a raíz del fallecimiento de la pintora María Blanchard. Fraga se comprometió a vigilar personalmente los contenidos de esta publicación. En octubre de 1963 aparecía la revista mensual Cuadernos para el diálogo bajo dirección de Joaquín Ruiz-Giménez que nacía “con el honrado propósito de facilitar la comunicación de ideas y de sentimientos entre hombres de distintas generaciones, creencias y actitudes vitales” ([30]).

En 1962 se barajaba la posibilidad de una versión cinematográfica de Yerma dirigida por Alberto Cavalcanti que al final no se concretó. La producción iba a correr a cargo del productor brasileño Mario Audra y de una productora española de la Gran Vía que incluso adelantó “cinco mil duros” ([31]). Alberto de Mendoza y Ana Esmeralda eran sus posibles intérpretes. De este director cinematográfico brasileño se estrenaría el 3 de mayo de 1963 en Barcelona su montaje teatral de Bodas de sangre con Maritza Caballero, Cándida Losada y Manuel Gallardo. Se representó en Barcelona con éxito hasta el 10 de junio y tras una gira por varias ciudades españolas llegó al Athenée de París. En Madrid se estrenaría el 16 de abril de 1964 en el Teatro Cómico.

En 1963, José Luis Gonzalvo rodaba el cortometraje La cogida y la muerte basado en el poema de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías y realizado para Cinecort, propiedad de Enrique Torán que se hizo cargo de la fotografía en blanco y negro. Fue clasificado como Primera B, con un coste de 207.000 pesetas y sin adaptaciones. Estaba interpretado por Micaela Flores Amaya (“La Chunga”) y el propio José Luis Gonzalvo. Venía a escenificar el conocido poema de Lorca, algo que ya se había realizado en París, en la temporada teatral de 1953-54 en el Teatro “L´Oeuvre”, representación que utilizaba de fondo dos grandes toros pintados por Picasso: el toro de la lucha y el toro de la muerte ([32]).

En la literatura y también en 1963, la Editorial Guadarrama de Madrid publica el libro de José Ramón Marra-López, Narrativa española fuera de España 1939-1961 (se eludía en su título el término exilio aunque en el texto se utilizaba profusamente) que venía a mostrar, al secuestrado público español, obras y autores que les estaba vedados: Francisco Ayala, Rosa Chacel, Max Aub... Al año siguiente, el mismo autor, publicaba Poesía Española fuera de España (Antología).

El 10 de Enero de 1964 se estrenaba La casa de Bernarda Alba en el Teatro Goya de Madrid ([33]) con dirección, a petición expresa de la familia de Lorca, de Juan Antonio Bardem. La producción corrió a cargo de la actriz Maritza Caballero, los decorados fueron obra de Antonio Saura y la iluminación de Juan Julio Baena. Para Bardem ésta era su segunda experiencia teatral tras En la red de Alfonso Sastre que había estrenado el 9 de marzo de 1961 en el Teatro Recoletos de Madrid ([34]). El número 50 de febrero de 1964 de la revista teatral Primer Acto estaba dedicado casi íntegramente a Lorca y a esta representación, en ella Bardem afirmaba: “yo ya había pensado hace tiempo hacerla en cine, con guión de Zavattini...” ([35]). En el texto que incluye en la edición del guión de esta obra, Bardem alude a la dificultad que conlleva ser en España “un intelectual comprometido” como era Lorca, y termina su breve comentario diciendo: “Federico García Lorca es un ejemplo terrible y todavía próximo”([36]). Ángel Fernández Santos firmaba un artículo La vuelta de Federico García Lorca donde nos recordaba aquella vieja esperanza: “¡Si pusieran a Lorca...! solía decirse. Está bien, lo pusieron, lo representaron... y no ocurrió nada... una vuelta tardía, pero necesaria” ([37]). La obra recibió el premio a la mejor dirección en el I Festival Internacional de Teatro de Lisboa en 1964 y el Premio Larra que convocaba Primer Acto.

El 18 de octubre de 1964 se estrenaba en el Teatro María Guerrero de Madrid la comedia musical de Alfredo Mañas, La feria del come y calla, donde incluían versos de Lorca y del exiliado Alberti. La dirección corrió a cargo de Ángel Fernández Montesinos y Carmelo A. Bernaola se hizo cargo de la música. Ya en una obra anterior de Mañas, La feria de Cuernicabra, estrenada en enero de 1959, la crítica hacía referencia a sus conexiones con Valle-Inclán y con Lorca ([38]).

En noviembre de 1964 se estrenaba la comedia musical La nueva Cenicienta, dirigida en nuestro país por George Sherman y protagonizada por Marisol. En ella se interpretaban dos de las canciones que Federico García Lorca había popularizado y así figuraba en sus títulos de crédito iniciales. Marisol cantaba y bailaba, junto a Antonio, el Zorongo, en una espléndida secuencia de estilo Gene Kelly, donde podemos observar al fondo, y de forma claramente intencionada, un cartel de la película Los inocentes de Juan Antonio Bardem estrenada ese mismo año en nuestro país y que como es sabido, tuvo que rodarse en Argentina por problemas con la censura. Nuevamente, y aunque fuera anecdóticamente, Bardem y Lorca volvían a unirse. En otra secuencia Marisol canta Anda jaleo que baila con Antonio, aunque lógicamente no interpretaban aquella versión que los republicanos, en tiempos de la guerra civil, hacían rimar con “... y Mola se va a paseo, y Franco se va a paseo”. Marisol había grabado con anterioridad un disco de homenaje a Lorca donde incluía temas como Los cuatro muleros, El café de Chinitas, Sevillanas del siglo XVII y Los pelegrinitos. Lorca retornaba a la música y uno de los éxitos musicales del año 1964 fue precisamente la versión instrumental que Los Pekenikes hicieron de Los cuatro muleros.

En 1966 Eduardo Manzanos rueda ¿Por qué morir en Madrid?, réplica de Morir en Madrid y declarada en España como panfletaria. Manzanos tuvo que hacer dos versiones, sin que ninguna recibiera las autorizaciones necesarias para su exhibición comercial. Incluía una secuencia donde se refiere a Lorca y a su asesinato: “Nosotros también lloramos por la muerte de Lorca, por el daño que nos hizo su muerte... nosotros lloramos por Federico García Lorca y por los 999.999 españoles que con el poeta componen el millón de muertos de nuestra guerra”.

En 1965 Antonio Artero rueda, cómo práctica de diplomatura para la E.O.C. Doña Rosita, la soltera . Con anterioridad los alumnos del I.I.E.C. y de la posterior E.O.C. habían utilizado para sus prácticas textos de Antón P. Chéjov, Wenceslao Fernández Flórez, Franz Kafka, ... pero jamás un texto de Lorca. Según declaraciones del propio Artero, quería hacer “un cine popular digno, utilizando el texto de Lorca como crítica al populismo fascista” ([39]). No se le planteó, por parte del profesorado de la Escuela, ninguna objeción inicial al elegir esta obra. Cuando la hubo finalizado le exigieron que suprimiera una referencia a la Semana Trágica de Barcelona donde afirma “...el enfrentamiento entre los mantenedores de la estructura y el pueblo, alcanzará su máxima violencia en Barcelona”. Según sus propias declaraciones fue Manuel Fraga, el que dio la orden  de cortar esa reseña, a lo que él se negó.

En 1965, Edgar Neville, tomaba el título de su libro de poesías Amor huido ([40]) de un poema de Lorca. Nevillle escribe en su poema Llamada a los poetas los siguientes versos: “Dame tú un verso, Federico amado, hermano inolvidable de las aulas, y que fuiste vilmente asesinado”.

En La guerra ha terminado (Alain Resnais, Francia-Suecia,1966), primer guión de Jorge Semprún, el personaje de Yves Montand (alter-ego del futuro ministro de cultura) afirma: “España se ha transformado en la lírica de la izquierda,... no es más que un sueño turístico, una leyenda de la guerra civil, con su teatro de Lorca, estoy harto de Lorca... no es el sueño del 36, es la realidad del 65”. Se estrenaría en España en 1977, con lo que su distorsión temporal era aún mayor ([41]).

En 1966, en el programa de TVE Imágenes para saber: Fuerza y gracia de la poesía afrocubana, con Marisa Paredes como una de las entrevistadoras, se leía parte del poema de Lorca “Son de negros en Cuba”, con mención explícita al poeta. Indudablemente algo muy alejado de aquella retransmisión en directo, del 7 de febrero de 1963, de La casa de Bernarda Alba  por parte de la televisión holandesa, emisión que fue seguida por cuatro millones de televidentes ([42]).

Este año de 1966 terminaba con una curiosidad. Manuel Fraga, Ministro de Información y Turismo, propuso, según relata en sus memorias, que el parador de Sierra Nevada, inaugurado el 6 de diciembre, se llamara Federico García Lorca, “y cuando ya tenía convencidos a los enemigos de la reconciliación, del lado `duro´, se opuso la familia” ([43]).

 

1967. Granada de Angelino Fons

 

Como hemos visto, las referencias a Lorca, en cine o televisión, eran hasta 1967 puramente anecdóticas, en claro contraste con la literatura o el teatro. Mención aparte merece el hecho de la emisión, por vez primera en nuestro país, de un documental basado en Lorca. Recuerda Salvador Pons, primer director del UHF en aquel tiempo: “Cuando me encargaron sacar adelante TVE-2, sin recursos técnicos casi y abrumados por problemas organizativos, hubo que apoyarse en hombres de la E.O.C. más o menos bisoños, y de la mano de Mario Camus y Ramón Masats vinieron Jesús Fernández Santos con José Luis Borau, Pío Caro Baroja, Pedro Olea, Antonio Drove, Claudio Guerín, Josefina Molina, Javier Aguirre... Nos preocupaba en aquella audaz empresa de la segunda cadena ahondar en las raíces culturales de nuestro país, buscando sus señas de identidad en paisajes, ciudades, historia y literatura que nos fueran propios”([44]). En aquella Edad de Oro de la televisión se emitían series como Mr. Pickwick basada en la novela de Charles Dickens, Pequeño Estudio con textos de Unamuno, Pío Baroja, Delibes, Historias para no dormir de Narciso Ibáñez Serrador,... Y de este sano y añorado planteamiento nació La víspera de nuestro tiempo, una serie dirigida por el escritor y cineasta Jesús Fernández Santos ([45]) y que en su primera etapa, emitió, entre el 5 de mayo de 1967 y el 28 de noviembre de 1969, treinta documentales con títulos y realizadores tan significativos como El Rastro de Ramón (Pedro Olea), Soria de Machado (Jesús Fernández Santos) o Castilla de Azorín (José A. Nieves Conde). El 28 de junio de 1967 se emitía Los toros en la literatura de Francisco Regueiro donde utilizaba textos de Lorca, Gómez de la Serna, Pío Baroja,... El 24 de enero de 1968 y de forma no anunciada, se emitía Granada, realizado por el director y guionista Angelino Fons. En las conversaciones previas al rodaje, el realizador preguntó a Salvador Pons cómo debía tratar el tema de su muerte, la respuesta que obtuvo no dejaba lugar a dudas: “Dilo, pero no lo digas; cuéntalo, pero no lo cuentes; insinúalo de alguna manera, pero que no quede claro” ([46]). Así de simple. Es obvio que su emisión no tuvo incidencia social alguna; la televisión en aquellos años no había alcanzado, ni remotamente, el grado de perversión social que hoy ostenta, pero sin duda, y más allá de sus innegables valores artísticos, supuso un paso más hacia la normalización, al menos en el plano cultural, en aquella travesía del desierto que fue la dictadura.

 

1968-1975 (Ensanchando el cerco)

 

En 1968 Francisco Umbral publicaba Lorca, poeta maldito donde afirmaba, ya sin tapujos, que Lorca fue fusilado, incluso recreándose en supuestos detalles: “Parece ser que les fusilaron de rodillas y por la espalda, disparándoles a la nuca”. Este mismo año Eugenio Pena rueda el cortometraje musical Zorongo (Recordando a García Lorca) una producción de Cined´or S.L.(España). En sus cuatro minutos de duración Mikaela interpretaba con su baile los versos de una copla cantada, intercalando imágenes de un burdo simbolismo: unos claveles rojos pisados, un vaso de vino tinto que se derrama, una vela que se apaga,...

La destitución de Manuel Fraga en octubre de 1969 y los cambios en el gobierno, con mayor peso de Carrero Blanco, llevarán consigo cierta involución política. Los estrenos teatrales lorquianos continuarán con gran éxito como el obtenido por Yerma en el Teatro de La Comedia de Madrid el 29 de noviembre de 1971 con la Compañía de Nuria Espert. Carlos Fernández Cuenca en su libro de 1972 La guerra de España y el cine nos dice: “El asesinato de Lorca... fue un acto de barbarie estúpida y de incalculables consecuencias para la propaganda enemiga; no había motivo alguno, ni político ni social ni pasional...” ([47]). En su página 433 y a propósito del documental Morir en Madrid de Rossif reconoce que “... si es justa la condenación del asesinato de Federico García Lorca sería igualmente justo condenar los asesinatos, perpetrados por los rojos, de otro gran poeta, José María Hinojosa, y del gran ensayista Ramiro de Maeztu, y del comediógrafo Pedro Muñoz Seca...” ([48]).

En marzo de 1975 José Luis Vila-San Juan publicaba García Lorca, ASESINADO: toda la verdad, que se convertirá en un gran éxito de ventas. La cantante Cecilia triunfaba con Mi querida España “de tu santa siesta ahora te despiertan versos de poeta” y Pablo Guerrero cantaba que “hay señales que anuncian que la siesta se acaba y una fuerte lluvia limpiará nuestra casa”. Franco fallecía el 20 de noviembre de 1975 y poco después, el 5 de junio de 1976, se celebraba en Fuentevaqueros el primer homenaje popular en recuerdo de Federico García Lorca; en las pancartas podíamos leer: “Rompamos el silencio”, “Lorca y la reconciliación”... Eran las cinco de la tarde.


 


[1] Canción “¿Dónde van los Botejara?”, letra de Alfredo Amestoy, música de Manolo Díaz e interpretada por Pablo Guerrero.

[2] Homenaje al Poeta Federico García Lorca, Ediciones Españolas, Valencia, 1937, página 58.

[3] Indicar que existe ciertas dudas respecto a la productora indicada. Para José María Caparrós, la productora sería “Ediciones Antifascistas” que pertenecía al distribuidor Baltasar Abadal de Barcelona (El cine republicano español 1931-1939, Dopesa, Barcelona, 1977, página 198)

[4] La guerra de España y el Cine, Espasa-Calpe, Madrid, 1972, página 525.

[5] ABC Diario Republicano de Izquierdas, 31 de agosto de 1937, página 10.

[6] María Teresa León llegó a escribir un ensayo sobre Lorca que no llegó a publicarse.

[7] Catálogo General del Cine de la Guerra Civil (Cátedra-Filmoteca Española, Madrid, 1996) página 367.

[8] Acertadamente Domingo Di Nubila, en su Historia del Cine Argentino (Cruz de Malta, Buenos Aires, 1959) sostiene, a propósito de Edmundo Guibourg que “la impericia fílmica y su inseguridad malograron la ambiciosa empresa” (página 109). Indicar que de esta versión no se hacía referencia en la exhaustiva relación de Antonio Barbero de obras teatrales españolas e hispanoamericanas que han pasado a la pantalla y que apareció en el Nº 4 de la Revista Internacional del cine de septiembre de 1952.

[9] Menéndez Pidal nos recordaba la famosa frase de Larra en su visita a los cementerios.

[10] Catecismo patriótico español, declarado libro oficial en las escuelas en 1939.

[11] Archivo General de la Administración (en adelante, A.G.A.) Caja 71.402, expediente 193-43.

[12] A.G.A., Caja 71.400, expediente 284-43 (y no 284-44 como consta en la Ficha de Censura).

[13] La censura de Prensa durante el franquismo, Justino Sinova (Espasa Calpe, Madrid, 1989), página 105.

[14] Cuadernos de literatura contemporánea (CSIC, Madrid, 1945) página 5.

[15] Cine y literatura. La obra de Jesús Fernández Santos (Susana Pastor Cesteros, Universidad de Alicante, 1996) página 64.

[16] Mi último suspiro (Plaza & Janés Editores, S.A., segunda Edición, Barcelona, 2001), página 221.

[17] A mediados de lo setenta, Gustavo Alatriste compró los derechos de esta obra, y con la mediación de José Luis Borau intentaron convencer a Buñuel para que la realizara con Anthony Quinn como actor principal. En esta ocasión la negativa partió del mismo Buñuel. Finalmente, Gustavo Alatriste la dirigió él mismo en 1980 en México con Amparo Rivelles. En torno a Buñuel (Cuadernos de la Academia, Nº7-8, Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas), página 118.

[18] En realidad se refiere a Cipriano Rivas Cherif, cuñado de Manuel Azaña y promotor, junto a éste, de la revista de crítica literaria La Pluma.

[19] Correo Catalán, 25 de Diciembre de 1946. De esta representación no hay constancia en el A.G.A. (Caja 71.417, expediente 450-48)

[20] A.G.A., Caja 71.417, expediente 450-48.

[21] Estudios Literarios, volumen III, Heraldo de Aragón, Zaragoza.

[22] La técnica cinematográfica en la literatura contemporánea (Nº 4, septiembre de 1952, página 9).

[23] A.G.A., Caja 71.402, expediente 193-43.

[24] A.G.A., Caja 71.400, expediente 284-43.

[25] Cinema Universitario, Nº 8, Diciembre 1958, página 33.

[26] Según cuenta Manuel Fraga en Memoria breve de una vida pública (Editorial Planeta, Barcelona, 1980) Franco le preguntó: “¿Por qué cesó la vez anterior?. Yo le dije: Por mantener sus ideas, que eran buenas; y se dio por satisfecho” (Página 36).

[27] A.G.A., Caja 71.706, expediente 300-58.

[28] A.G.A., Caja 71.402, expediente 193-43.

[29] Una curiosidad, la censura obligó que se cambiara en la última escena la palabra “bendito” por “maldito”.

[30] Cuadernos para el diálogo, Octubre de 1963, Nº 1, “Razón de ser”.

[31] Multitudes, Nº 12, 5 de marzo de 1963, página 16.

[32] Ver Ínsula, Nº 100-101, del 30 de abril de 1954, página 18.

[33] En el Nº 2 de Colección Voz Imagen, serie Teatro (Barcelona, 1964) encontramos en su página 35 esta aclaración: “Cierto que hace años hubo una sola y única representación de La casa de Bernarda Alba, una especie de sesión de teatro de cámara que tuvo lugar en el teatro del Parque Móvil de los Ministerios (P. M.M.) de Madrid”.   

[34] Su segunda experiencia “en serio” dado que con anterioridad ya había participado en otros espectáculos teatrales de forma  menos oficial.

[35] Primer Acto, Nº 50, febrero 1964, Página 9.

[36] Página 36 de Colección Voz Imagen Nº 2, Serie Teatro, “La casa de Bernarda Alba”, Barcelona, 1964.

[37] Primer Acto, Nº 50, febrero 1964, Página 19.

[38] Ver Informaciones del 30 de enero de 1959, página 9, crítica de Adolfo Prego.

[39] Entrevista personal con Artero en noviembre de 2003.

[40] Amor huido (Taurus, Madrid, 1965).

[41] En El País del 19 de agosto de 1976, Semprún escribe el artículo Símbolo y crítica donde reitera su discurso: “no podemos seguir con tanto símbolo a cuestas... Salvar a Lorca de la mitología lorquiana tal vez no sea imposible” (página 15).

[42] Primer Acto, Nº 41, marzo de 1963, página 61.

[43] Obra citada, página 186.

[44] Salvador Pons, “Paisajes de la historia”, El País, 3-VI-1988, página 32.

[45] Jesús Fernández Santos dirigió en 1958 el documental: España 1800. En 1959 Fiestas y castillos y El Greco. En 1963 rodó su ópera prima y único largometraje: Llegar a más.

[46] Conversaciones con Angelino Fons, libro inédito escrito por el que suscribe.

[47] La guerra de España y el cine, Editorial Nacional, Madrid, 1972, página 176 y 177.

[48] En su documental de 1958 Otros tiempos, Carlos Fernández Cuenca no habla de alzamiento militar sino más bien de la sublevación popular del 20 de julio de 1936 con el asalto al Cuartel de la Montaña. No menciona a Lorca, ni el bombardeo de Guernica, ni la intervención de alemanes ni italianos, tampoco habla de las Brigadas Internacionales, ni los bombardeos de Madrid,...