José Luis López Vázquez,

de profesión: Gran Actor

    Es posible que los nombres de Fernando Galindo, Benito Freire o Gabino Quintanilla no nos digan nada. Ahora bien, si asociamos esos nombres con la voz y el rostro de Don José Luis López Vázquez la cosa cambia y más si recordamos títulos como Atraco a las tres, El bosque del lobo o Plácido. Sólo tres personajes entre más de doscientos cincuenta que ha interpretado para el cine, el teatro y la televisión. Un actor excepcional dotado de un instinto natural que ya hubieran querido para sí muchos actores del "método". La reciente concesión del Goya de Honor es mínimo reconocimiento a una carrera sólo equiparable a los más grandes de nuestra cinematografía.

    En realidad José Luis López Vázquez no iba para actor. Con absoluta certeza el cine español perdió a un gran director artístico el día que alguien le dijo que actuaba bien. Sin antecedentes artísticos en la familia, pronto se aficiona al dibujo, a la pintura y al teatro. El pintor José Caballero y el director teatral Modesto Higueras, son los primeros en confiar en su talento innato. "Con ellos aprendí muchísimo. Hice de todo: sainetes, clásico, autos sacramentales, pintaba carteles, diseñaba vestuario,...". Son los duros años de la posguerra y López Vázquez compagina el teatro amateur con sus primeros contactos cinematográficos como figurinista. "Los primeros dibujos que hice en serio fueron para Eugenia de Montijo (José López Rubio, 1944), una película asombrosamente bien ambientada por Luis Santamaría. Trabajé para Enrique Herreros como ayudante de dirección en su primera película María Fernanda, `La Jerezana´ (1946) y si faltaba algún extra me pedía que lo sustituyera, en esta película salía tres veces disfrazado de tres cosas distintas".

    En los años cincuenta sigue alternando sus apariciones como secundario, con trabajos de ambientación, figurines o secretario de dirección en películas como El gran Galeoto (Rafael Gil, 1951) o en Amanecer en puerta oscura (José María Forqué, 1957). "Yo, de jovencito, cuando me aficioné al cine, lo que me hubiera gustado era haber dirigido, pero me di cuenta que era peligrosísimo. En el rodaje de La Señora de Fátima (Rafael Gil, 1951) yo hice toda la ambientación y ahí vi que no me daban facilidades en producción para hacer mi trabajo, estaban siempre muy apresurados, el director estaba muy mal parado, salvo que tuviera una gran personalidad y lograra imponerse por encima de la producción".

    Con Luis Lucia, uno de los directores más importantes de aquellos años, rodó, entre 1954 y 1960 y siempre como secundario, seis películas. "Yo trabajé mucho con Luis Lucia, un director que lo temían todos porque tenía muy mal genio, pero a mí me trataba muy bien. También Alberto Closas, con el que he sido uña y carne, tenía muy mala fama de hombre violento, de hombre muy exigente, pero yo trabajé con él maravillosamente y siempre con éxito, fue un gran compañero". Tras Una muchachita de Valladolid, que rueda mano a mano con Closas, protagoniza una de las películas clave de la historia del cine español, El pisito (Marco Ferreri e Isidoro Martínez-Ferry, 1958). Una película que transciende lo meramente cinematográfico para convertirse en documento antropológico de una época. Una película plagada de primerizos: primer guión de Azcona llevado al cine, primera realización de Ferreri y primer papel protagonista de López Vázquez. "Lo de El pisito fue una aventura. No había protagonista, éramos todos como una paella. Había espontáneos, no eran actores. El callista ese famoso nos trajo por la calle de la amargura, estaba completamente loco. Yo no me considero protagonista de El pisito".

    Berlanga y López Vázquez formaron siempre un tándem pocas veces traicionado. "Desde Esa pareja feliz Luis siempre me ha llamado para todas sus películas, las que no he podido hacer es por incompatibilidad con el teatro o porque no me iba el personaje". Previsto estaba un papel para Bienvenido Míster Marshall, incluso en París-Tombuctú iba a reaparecer el Marqués de Leguineche, pero a Luis "le quitaron el personaje". Los compromisos teatrales de López Vázquez motivaron que la voz del cura Don Fidel que interpreta en Los jueves, milagro tuviera que ser doblada por otro, "menuda faena me has hecho" le decía Berlanga, "no hay quién te doble". Algo que afortunadamente no sucedió con la voz de Don Gabino Quintanilla en Plácido, "una película que hice al alimón con ¡Cuidado con las personas formales! que rodábamos en Barcelona por la noche; salía con mi coche a las seis de la mañana y llegaba a Manresa para rodar Plácido". Berlanga vive en estos años un auténtico estado de gracia que se prolonga con El verdugo. "Yo creo que Luis no rodó El verdugo con entusiasmo, estaba previsto que yo la hiciera, pero el productor no se atrevió a hacerla él solo y hubo que buscar una coproducción con los italianos que impusieron a Nino Manfredi. Yo era como un actor fetiche para Luis y me pidió que hiciera un pequeño papel". López Vázquez reconoce que de todos los papeles no realizados el del verdugo ha sido siempre el que más ha sentido no interpretar.

    En la década de los sesenta el cine español asiste a la incorporación de nuevos cineastas como Carlos Saura, con el que protagoniza tres de sus películas más célebres: Peppermint frappè (1967), El jardín de las delicias (1970) y La prima Angélica (1973), películas que suponen un cambio radical respecto a los papeles que hasta entonces había interpretado. "No tuve miedo a la hora de abordar este cambio de registro. La interpretación fue algo instintivo aunque ya estaba en el guión. Yo, a veces, he cambiado algo en los personajes, pero a Rafael Azcona nunca le he corregido nada. Con el personaje de Adela en Mi querida señorita sí tuve miedo. ¡Ojo! que se trata de un transexual decía".

    El fin de la dictadura y la llegada de la democracia dio paso a un tipo de cine que confundió la libertad con la zafiedad (naturalmente hubo honrosas excepciones). Afortunadamente López Vázquez vuelve a rodar con Berlanga la famosa trilogía de los Leguineche. "Me divertí muchísimo, era como volver otra vez a rodar Plácido". En los años venideros pocos son los títulos que podemos destacar: La verdad sobre el caso Savolta, Mi general o La colmena. ¿Y cómo calificaría sus últimas y breves apariciones en películas como Torrente 2 o Luna de Avellaneda?, "parecen una vuelta a los orígenes con la única diferencia que me pagan más".