Celuloide oculto

 

Contaba Perich, en un chiste publicado en 1971, que si los americanos habían inventado el cine negro, nosotros habíamos inventado "el cine gris”. Es posible que nuestro cine haya sido siempre un cine grisáceo (más oscuro o más claro) cuya producción, distribución y exhibición, son, en muchos casos, puros “actos de fe” (me he permitido ampliar la respuesta dada por uno de los principales distribuidores y exhibidores de este país, Enrique González Macho, cuando en 1998 afirmaba que “la distribución de cine español es una cuestión de fe”[1]). Hace unos años, en un artículo del ABC titulado “Imperialismo y Cinematógrafo” se atacaba duramente “el monopolio de hecho que los americanos ejercen en la cinematografía y lo ominosa que resulta su influencia”. Un texto que firmaríamos hoy mismo si no fuera porque ya lo hizo Juan Pujol el 8 de enero de 1930. ¡Hace sólo 74 años!.

Numerosas producciones españolas, presentan enormes dificultades, primero, para ponerse en marcha y concluir sus rodajes, y segundo, para ser estrenadas y tener una mínima vida comercial, siendo, muchas de ellas, condenadas de antemano al fracaso o a la invisibilidad más absoluta. No es extraño que muchos de estos títulos  correspondan a óperas primas de ínfima calidad, a burdos cortometrajes hinchados hasta la saciedad y que han recibido las subvenciones oportunas. Pero hay también películas dignas que hubieran merecido mejor suerte. Expondremos a continuación algunos títulos recientes que no lograron estrenarse en salas comerciales o bien, que aunque fueron exhibidos, lo hicieron de forma tan penosa que pasaron totalmente desapercibidos en nuestras carteleras atiborradas de clónicas americanadas. Dos caras de una misma moneda: las dificultades del cine español por hacerse un hueco en su propio y falso libre mercado.

Un dato como referencia

 

Según datos del MCU, y por lo tanto, del ICCA, entre 1992 y el 2003 se han producido en España un total de 980 largometrajes y se han estrenado un total de 885 películas españolas; es decir, tenemos un total de 95 producciones (un 9,7%) sin estrenar. Ahora bien, debemos suponer que en 1992 pudieron estrenarse producciones de años anteriores, de la misma manera que producciones del 2003 se estrenarán en el 2004 o en años siguientes. Si centramos el estudio entre los años 1997 y 2003 (como año “natural” de estreno de producciones del 2002) tenemos que el porcentaje de películas españolas que ostentan ese dudoso don de la invisibilidad se ha reducido a un 5,6% (679 producciones y 641 estrenos) lo que supone un total de 38 producciones. El aumento en el número de pantallas de los últimos años ha venido acompañado de un aumento en la producción, que para muchos, no se corresponde con las dimensiones de nuestro mercado. En realidad y sin que podamos concretarlo con exactitud, el número de películas no estrenadas ha de ser, en buena lógica, mucho mayor, dado que gran parte de los títulos aquí indicados no aparecen siquiera en los registros del ICAA.

 

Óperas primas

 

Si ya es difícil para un director novel (normalmente autor del guión) contar con el apoyo de una productora para su debut en el largo, más difícil le resultará conseguir una buena distribución y exhibición de la obra de un desconocido. Numerosas óperas primas, rodadas en parte gracias a las ayudas que se otorgan a nuevos realizadores, permanecen inéditas o se han exhibido de forma casi “familiar”. Y no pensemos que esto sólo tiene que ver con la calidad del producto. Durante el Festival de San Sebastián del 2003, Elías Querejeta nos recordaba que en 1973, cuando se proyectó por vez primera El espíritu de la colmena, ópera prima en solitario de Víctor Erice, recibió numerosos "pésames" y nadie quería distribuirla. Se supone que la posterior obtención de la Concha de Oro facilitó algo su estreno. La obtención de premios en Festivales "menores" no parece ayudar mucho a la exhibición de las películas galardonadas. La fabulosa historia de Diego Marín (Fidel Cordero, 1996) obtuvo un Premio Especial al Patrimonio Hispano en el II Festival de Cine Hispano de Miami de 1997 por reflejar “la idiosincrasia hispana”. Este premio permitió que se vendiera en el circuito de televisiones hispanas lo que reportó, según su director, "los únicos ingresos que tuvo la película". Su productor José María Lara comenta “no encontramos distribuidor y decidimos no estrenarla a fin de evitar más gastos, es una película digna, correcta, pero que no tuvo la suerte de ser estrenada”. Eso mismo le ocurrió a Bert (Lluís Casasayas, 1998) que se rodó a finales de 1996 y que obtuvo el Premio al Mejor Largometraje en la Muestra Cinematográfica del Atlántico de Cádiz o a Rincones del Paraíso (Carlos Pérez Merinero, 1997) que ganó el Premio Festival de Cine de Alcalá de Henares en 1998, dentro de la Sección Pantalla abierta a los Nuevos Realizadores, se vendió a varias televisiones, entre ellas la mexicana, pero no logró estrenarse. Según Beatriz Navarrete, de producciones El Paso “se contactó con diez o doce distribuidoras, pero a ninguna le interesó, no entraba dentro de sus planes”.

Tampoco la obtención de algún premio presupone un buen resultado de taquilla. Bala perdida (Pau Martínez, 2002) ópera prima que ganó el premio al mejor largometraje y a la mejor banda sonora en la Mostra de Valencia, se estrenó a finales de 2003 con 51 espectadores y 204 euros de recaudación (datos MCU). Otra ópera prima, Cualquiera (David Marqués, 2001) rodada a finales de 1999, en nueve días y con 54.000 euros de presupuesto, ganó el Premio del Público al Mejor Largometraje en el Festival de Cine Inédito de Islantilla en el 2001. Se calificó por el ICAA en el 2002 y se estrenó en abril de 2003 en un único cine de Barcelona, en julio se estrenaría en Madrid con dos copias. Según su director "la distribuidora vasca no hizo NADA para promocionar la película, reciben las subvenciones para distribuir cine español e incluso el dinero de los premios y luego no lo invierten en apoyar el estreno". Y aún no siendo exactamente una ópera prima, uno de los casos más sonoros de estos últimos años fue el de Pintadas (Juan Estelrich, hijo, 1997) segunda película de este realizador tras la accidentada La vida láctea (1993). Se rodó en 1996 y estaba basada en un relato de Rafael Azcona que éste y Juan Estelrich, padre, habían reescrito como guión en los años setenta. Ni siquiera el nombre de Azcona en los créditos facilitó su estreno aunque sí pudo exhibirse en televisión.

Ausencias y errores en el MCU

 

De los títulos hasta ahora citados existen datos en el MCU. No ocurre lo mismo con otras muchas películas, que, sencillamente, son "invisibles". Cactus (Pau Freixas, 1999) igualmente inédita en salas, fue exhibida en Festivales (Málaga 2001) y emitida por televisión en octubre de 2003, pero, según el MCU, no existe porque no fue calificada para estreno. Ni siquiera directores con bagaje están exentos de desaparecer de los listados "oficiales". Alice et Martin, coproducción con Francia dirigida por Andre Techiné, inauguró a concurso la Seminci de 1998, se estrenó a finales de ese año y se exhibió en televisión, todo muy normal si no fuera porque en el MCU no hay ni rastro de ella. Y no pensemos que esto sólo afecta a pequeñas producciones. En el 2001 se rodó en Sevilla una gran producción europea, con Alemania, Francia e Italia, Semana Santa (Pepe Danquart, 2001) que tenía un presupuesto de 1.500 millones de pesetas. En ella Mira Sorvino interpretaba a la detective de policía María. Ni siquiera el gancho de la actriz y el telón de fondo nacional sirvieron para que esta película se estrenara, no constando siquiera en el MCU. Figurar en el MCU no es, ni remótamente, garantía de fiabilidad. Señores niños (Pierre Boutron, 1997) aparece en el MCU como coproducción minoritaria con Francia de “El Deseo” (20%), sin embargo, y según la propia productora, el coproductor francés compró la parte española “prácticamente al finalizar el montaje” con lo que se supone que la película es 100% francesa. Más enrevesado resulta el caso de Sin malicia (en alguna publicación aparece con el título de Historias picantes) una coproducción con Grecia e Italia, rodada en 1993 y dirigida por Dimitris Makris. Según datos de EGEDA la película se registró en 1994. El productor español murió en 1998 sin haber conseguido estrenarla en España. Problemas posteriores en la aceptación de la herencia, dificultaron aún más los derechos legales sobre la película. Enriqueta Foret, viuda del productor español, indica que la película quedó como "co-producción no española y perdió fuerza”, aún así, en la base de datos del MCU figura como coproducción hispano-griega (20%-80%) del año 2000.

 

Mártires de nuestro cine

 

El martirologio en el que están incluidos muchos productores y directores es sintomático de la realidad en que nos movemos. Xosé Xoán Cabanas, productor de Blanca Madison (Carlos Amil, 2000) afirma que aunque tenían “distribuidor formal, éste se echó para atrás en el último momento”. Posteriormente se presentó a otras seis distribuidoras cuyas respuestas dejaban pocas dudas: “poco comercial, ya hemos perdido mucho dinero con otras películas españolas”. Incluso admite que “algún distribuidor llegó a pedirme dinero para poder estrenarla en Madrid, poniendo yo las copias”.  Finalmente y con distribución del propio productor, pudo estrenarse, en mayo de 2003 con dieciocho copias en Galicia y dos en Asturias “en condiciones de publicidad paupérrimas” y con mínimo resultado de taquilla. No le fue mucho mejor a Mucha sangre (Pepe de las Heras, 2002) cuyo rodaje, iniciado en 1998, hubo de suspenderse por falta de financiación, reanudándose en mayo de 2002. Pudo ser estrenada en septiembre de 2003, es decir, cinco años después del comienzo de su rodaje. Premonitorio fue el título de Tres historias tristes (Piel de Cactus) (Alberto Omar Walls y Aurelio Carnero, 1998) que se estrenó en enero de 1999 en un único cine de Santa Cruz de Tenerife. Según Aurelio Carnero “estuvo una semana en cartel con fracaso absoluto de público, los taquilleros recomendaban que no se viera y uno se quedaba con la moral a nivel del subsótano”. Curiosamente, la película circula en el mercado del vídeo ilegal en Cuba, gracias al origen cubano de su director de fotografía.

 

Ámbito local

 

Muchas producciones autonómicas, rodadas en catalán, vasco, gallego,... presentan dificultades añadidas para su comercialización en todo el territorio nacional. Títulos como Primates, Babaouo, Por Júpiter,... se circunscriben a ámbitos muy reducidos.  Dripping (Vicente Monsonís, 2001) fue rodada en valenciano y los propios actores se doblaron, con el consiguiente encarecimiento de costes, a otra versión en español, Diorama se encargó de la distribución de las copias en español y Tierra a la vista de las copias en valenciano. Según Nuria Signes, de Tierra a la vista, “hemos trabajado con pocas copias y a largo plazo,... al día de hoy, seguimos distribuyéndola en el circuito comercial pero contratando los pases directamente con los exhibidores, sin intermediarios... esperamos llegar a los 50.000 espectadores antes de Navidad”.

 

Coproducciones

 

Las temáticas ajenas de muchas coproducciones, especialmente las minoritarias, presentan un handicap a veces insalvable. La productora española Camelot, rodó entre 1997 y el 2002, cuatro coproducciones con Portugal: Gloria (Manuela Viegas, 1998), Mal (Alberto Seixas Santos, 1999), La mujer policía (Joaquim Sapinho, 2002) y La sombra de Caín (Paco Lucio, 1999). Sólo esta última aparece en el MCU dado que es la única de las cuatro que se estrenó en España. Según el productor de Camelot Luis Collar “al tratarse de películas difíciles con director y actores portugueses hemos decidido no estrenar ninguna de estas tres películas en España,... ni siquiera íbamos a recuperar la inversión”. Lo mismo sucede con las numerosas coproducciones con Latinoamérica. Francisca (¿de qué lado estás?) (Eva López Sánchez, 2002) coproducida con México y Alemania, se estrenó en Valencia y Barcelona contabilizando 279 espectadores. José María Lara, productor español de la película comenta que iba a ser estrenada en Madrid y Pamplona pero "en ambas ciudades los exhibidores anularon el compromiso que tenían" y añade "la prensa española pasó olípicamente de la presencia de la película en el Festival de Berlín (Panorama)". Con Chile se rodó en el 2000 Antonia, una historia de Chile (Mariano Andrade, 2001) que se estrenó en aquel país en diciembre de 2001. Según su productor español lo que pretendían hacer en España "era conseguir una preventa para televisión e invertir ese dinero en un lanzamiento con publicidad que permitiera algún éxito". Ninguna televisión se interesó y después de moverla por algunos festivales se calificó en el MCU en el 2004, y se estrenó "con un poco de dinero que hemos reunido" en julio de este año con seis copias. También con Chile se rodó Tuve un sueño contigo (Gonzalo Justiniano, 2000) que no se estrenó comercialmente. José Nolla, de la productora Icónica, comenta que “no fuimos capaces de encontrar un distribuidor, estábamos empezando a producir cine, después de muchos años de producir para televisión y publicidad, y no se nos percibía como productores asentados”.

 

La relación de títulos que sufren de invisibilidad comercial es muchísimo más amplia (documentales, experimentales, animación). En todos ellos las circunstancias son muy similares a las ya expuestas y muchas serían las preguntas que se podrían extraer: ¿es preciso limitar el número máximo de copias? ¿se puede obligar a un exhibidor a mantener en pantalla una película española con nula recaudación? ¿puede el mercado español asumir 137 producciones nacionales como en el 2002? ¿se debe gravar el precio de las entradas de cine no comunitario? ¿es justo para el consumidor?.... Quizás encontremos algunas respuestas en un diálogo que sostuvieron, hace mucho tiempo, dos genios como Shakespeare y Buñuel. Don William, afirmaba que si dos montaban un mismo caballo "uno debía ir detrás" y Don Luis, con su habitual ironía, le respondió que para ir por el mismo camino "no hacía falta ser amigos". Pues eso.

 

 

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Aclaración necesaria

 

A la hora de hablar de esas dificultades resulta esencial tener muy claro cuáles son las fechas que se están manejando. El tiempo que transcurre desde que se inicia un guión o un rodaje, hasta que se finaliza o estrena una película, nos puede dar una idea aproximada del calvario que a veces supone. Y es aquí donde la disparidad de datos roza el absurdo. Las fuentes consultadas han sido varias: datos del ICAA que figuran en la base del Ministerio de Cultura (en adelante MCU), Anuarios del ICAA, “Academia. Revista del Cine Español”, “Academia. Noticias del Cine Español”, EGEDA, catálogos de festivales, declaraciones de directores, productores, etc. El cruce de todos estos datos ha supuesto, aparte de la lógica esquizofrenia, la confirmación de las enormes discrepancias que existen a la hora de abordar un dato, aparentemente tan nimio, como la fecha de producción, discrepancias que vienen dadas, principalmente, por la confusión que el MCU genera al equiparar cuestiones tan dispares como la calificación administrativa y la producción industrial, y esto por no hablar de estrenos “fantasmas” o de películas “malditas” que no aparecen en registros oficiales y de cuya existencia sólo puede dar fe la madre del director.

Para un mismo título podemos manejar años muy distintos: rodaje, copia estándar, depósito legal, copyright, calificación administrativa, estreno,... Películas como Noche de Reyes, 800 balas o Sólo mía, que se ruedan, califican y estrenan dentro del mismo año, son poco frecuentes. Lo normal es que todo este proceso se alargue durante años. Un ejemplo reciente: el 11 de junio de 2004 se estrenó El misterio de Wells de Paul McGuigan; una coproducción hispano-británica que empezó a rodarse en octubre de 2000, de la que había copia estándar en el 2001 y que se calificó en el ICAA en el 2002. Cuándo se analice la producción del 2002 se hablará de esta película como coproducida ese año sólo por el hecho de que fue, en el 2002, calificada. Y no es un caso aislado: Los que se aman coproducción de Gerardo Herrero rodada en 1998 y calificada y estrenada en el 2002, Las pasiones de Sor Juana de Antonio García Molina, rodada en 1999, calificada en el 2003 y estrenada el 21 de mayo de 2004 con dos copias, mínima campaña de promoción y compartiendo estreno con otras doce producciones. Resultado: nula taquilla. Las situaciones kafkianas son de lo más variopinto: Andrea (Sergi Casatmijana y Hermann Bonnin) una producción de 1995, estrenada en agosto de 2001 y que concurrió a los premios Goya de ese año, es decir, seis años después de su producción, o el extraño caso de El forastero (Federico García Hurtado) de la que existe copia estándar en el 2001 (confirmado por el copyright de los créditos) pero que se termina de rodar en julio de 2002 según MCU (sic). Y esto por no hablar de la aberración que supone comprobar cómo películas pornográficas, se incluyen, por parte del MCU, dentro de la producción anual de largometrajes (véase año 2001). Las normas de calificación oficiales tergiversan gravemente los datos de producción, restando veracidad y contaminando cualquier análisis riguroso que quiera hacerse.

 

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Otros títulos inéditos

 

·        El buzón de los sueños (César Muñoz, 2002). Ficción carcelaria.

·        Coraje (Alberto Chico Durant, 1998). Coproducción con Perú.

·        Después de la luz (1999) y Metropolitan (2001) de Salomón Shang.

·        En algún lugar del viento (Fernando H. Guzmán.  1997). Ámbito canario.

·        Huelepega. Ley de la calle (Elia Schneider, 1999). Coproducción con Venezuela.

·        Natural de Melilla (Driss Deiback, 2002). Documental.

·        Primates (Carles Jover, 1997). Rodada en catalán.

·        El sexo lo cambia todo (Luiz Carlos Lacerda, 2002). Coproducción con Brasil.

·        Vivir así (Luis Martínez, 1999). Rodada en 16mm en julio de 1997.


 

[1] El  País, 7 de marzo de 1998.